sábado, 28 de septiembre de 2024

Yaya




Yaya,

porque hace tiempo que deberíamos haberte llamado así. Al fin y al cabo has estado ejerciendo casi 50 años, de manera desinteresada, voluntaria, sin esperar nada a cambio. Todo un acto de amor.

Por algún motivo, NO lo hemos verbalizado: nunca nos dirigimos a ti como yaya. Desconocemos si ha sido un acto de timidez, del qué dirán, o de palabras que están todavía por inventar. Porque no somos familia carnal, pero hemos actuado como tal, de una manera u otra, durante todo este tiempo.

Yaya es una palabra muy bonita. Ni siquiera sé cómo se escribe, pero es lo de menos. Y si bien hemos tenido la fortuna de tener abuelos, hemos sido doblemente afortunados por tener, además, una yaya, y a tres tíos fantásticos. En realidad hemos tenido varias, algunas siguen correteando por ahí. Porque con la familia se nace, y si no está, se hace.

En nuestro caso, desde que llegamos a vuestra casa, mis padres, mi hermana Nayra y yo. Más tarde Sole, Cuco y Lauri. Nos habéis querido sin límite, trasmitiendo valores como el de la sencillez, el perfil bajo o la simplicidad, tan importantes hoy en día.

Con tu marcha se rompe uno de los vínculos emocionales que nos une al pueblo, quedando ahora empequeñecido. Cuidaremos de los chicos, no te preocupes. Dan faena, ¡que nos vas a contar! A ver ahora quien pone orden en esas reuniones de los sábados por la tarde.

Es una pena que te hayas ido de este mundo y NO nos los hayas oído decir. El aprendizaje de todo esto es que hay que verbalizar estos sentimientos, Esperamos que al menos, hayas sido capaz de interpretarlo entre líneas, o que , con los hechos, te hayas sentido como tal.

Buen viaje, yaya. Gracias por el camino que hemos compartido.