Corriendo el otro día por la tarde con mi hijo por el río en Valencia - él iba en bici mientras yo intentaba "entrenar"- surgió la disyuntiva de ir por la senda de los corredores - llamado circuito 5K-, o por los viales empedrados que hay paralelos al río. Dado el poco tráfico de gente que había - casi nadie puesto que estábamos a más de 30 grados- le sugerí ir por el circuito 5K y que hiciera de liebre para mí. Algo a lo que él se negó en un principio.
Es lógico que se quiera negar, en cierta manera, puesto que hay carteles de Bicis No. Claro que el Circuito tampoco está hecho para andarines ni para gente con perros. Y los hay. Y muchos. Y parece que no molesta.
Cuento todo este prolegómeno por la conversación que tuvimos a continuación de la disyuntiva que surgió. Si no molestábamos, no hacíamos daño a nadie, si él me hacía de liebre, y si el recorrido es mucho más ameno por el C5K, ¿por qué no hacerlo?.
Puedes, claro, seguir las reglas a rajatabla. Tomar el camino que otros te marcan. No replantearte nada. O puedes decidir asumir cierto riesgo controlado y tirar hacia delante. Es decir, si tienes una oportunidad delante de tí, no concibo no aprovecharla, ya sea corriendo o en el Colegio, Instituto, Universidad o en la vida personal o laboral. Básicamente viene a ser un No saber decir que No, o en otras palabras, Decir a todo que Sí, como Jim Carrey en una de sus películas: Dí que sí.
(Por cierto, comedia amena y en cierto punto aleccionadora: ¡llega un momento en que tienes que parar de decir que sí a todo!).
Bueno, tampoco hay que ser tan extremista. Pero la línea de pensamiento es válida para todos los aspectos de la vida y en el día a día. No se trata de ser un kamikaze, simplemente coger la low-hanging fruit que tienes delante de tí, y comértela.
En esto, que, a mitad de entreno, se me ocurre preguntarle si ha visto Regreso al Futuro - claro que la ha visto, ¡varias veces!. Y es que se me pasan por la cabeza las escenas en la que llaman Gallina a Martin McFly, y cómo él se revuelve siempre contra ello. Y se lo comento a Adrián, retándole a que se posiione entre el abanico de posibilidades que le ofrezco, que son: Gallina, Valiente, Galliente o Vallina - obviamente las últimas dos me las acabo de inventar.
Entonces él me pregunta qué es un Galliente, y qué es una Vallina. Y le digo: pues mira, un Galliente es un Gallina que acaba siendo un Valiente, y un Vallina es una persona que empieza siendo Valiente, pero acaba siendo un Gallina.
Él se ríe y me da esquinazo con la respuesta - está bien, lo entiendo. Simplemente pretendo que le de una pensada y reflexione sobre ello. Luego que sea lo que él quiera, pero obviamente pienso que de vez en en cuando hay que ser atrevido, por regla general hay más a ganar que a perder (no estoy hablando de negocios oscuros).
Nadie empieza siendo un Valiente o un Gallina. Todos estamos condicionados por la gente que nos rodea y nuestras experiencias. Pero empieces como empieces, asegúrate siempre que acabas siendo algo que acabe en -ente.
Ps. Perdón a quien se haya sentido ofendido por haber llevado a mi hijo por el carril de corredores.
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