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sábado, 25 de diciembre de 2021

La suerte y la buena suerte



El concepto de suerte revolotea de manera reiterativa en nuestro día a día. Acudimos a ella para explicar eventos inesperados, inexplicables o cuando algo escapa de nuestro control. Pero, sin ningún género de duda, ¡se necesitan comprar boletos!. Sea como fuere, hay dos tipos de suerte: la ordinaria y la que se trabaja. 


La primera es azarosa, sobrevenida y no depende de nosotros sino de variables externas que no podemos verificar. Científicamente, sólo la estadística nos puede dar la respuesta: si compramos un boleto, la probabilidad de que el evento comprado suceda siempre está ahí y existe. 

La segunda la vamos generando nosotros mismos en función de nuestras actitudes ante el reto al que nos enfrentamos - ya sea vital, un proyecto, un problema. No la podemos controlar pero sí podemos influir en ella, de manera que pueda llegar a suceder. Continuando con el símil, lo que hacemos es comprar boletos de manera compulsiva, como si no hubiera un mañana.

El arte de crear la buena suerte, intervenir para trazar nuestro propio destino, precisa de consciencia (creernos que podemos hacerlo), resiliencia (perseverar, a través de un plan), pasión (poner toda la carne en el asador) y amor por lo que uno hace (actitud positiva). Este libro de Álex Rovira y Fernando Trías de Bes lo explica muy bien: La buena suerte - claves para la prosperidad.






La suerte nace del carácter optimista frente a las dificultades que se presenten diariamente en la vida. Rendirse no entra en el vocabulario y es preciso seguir remando hasta el final. Ganar la habilidad de caer, levantarse y seguir caminando. Entonces…

¿Cómo se atrae la Buena Suerte?


A continuación, lista no exhaustiva de fórmulas no mágicas para ser un imán de buena suerte:
  1. El miedo no es una opción. No se trata de ser un "Juan sin miedo", simplemente de tenerle respeto y bajo control. Vale la pena arriesgarse y comprometerse con su propósito. 
  2. Tener influencia sobre los resultados: aceptar esa responsabilidad como propia para poder decidir cómo los enfrentamos. 
  3. La visión y el propósito: esto es, ¿Cómo nos vemos dentro de unos años?, y ¿Qué motivación superior, no asociada al dinero, nos motiva para hacer lo que perseguimos?
  4. Tener interiorizados que la actitud es el elemento multiplicador que nos encamina a este propósito, frente al conocimiento o las habilidades, que se suman entre sí.

Por cierto: ha pasado el Sorteo de Navidad, y de nuevo nada. Otra vez. Ni el reintegro.