Mostrando entradas con la etiqueta desarrollo profesional. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta desarrollo profesional. Mostrar todas las entradas

jueves, 13 de agosto de 2020

El lujo y la importancia de poder realizar actividades... porque nos lo podemos permitir

 

Pasan los años y, por un motivo u otro, objetivos, tareas o ejercicios que antes llevábamos a término en un santiamén de repente empiezan a costarnos más o ni siquiera podemos volver a repetirlas. De la misma manera, con cada vez menos frecuencia nos enfrentamos a casuísticas que encaramos por primera vez y nos supongan una novedad, tal y como comentamos en un pasado post.

Sea como fuere, mantener la capacidad para hacer ciertas cosas poco a poco va dejando de estar al alcance de todos para acabar convirtiéndose en un lujo. Muchas de ellas son acciones sin importancia, pero el mero hecho de llevarlas a cabo es un pequeño éxito que cualquier día se empieza a celebrar por todo lo alto, mientras levanta ampollas o admiración en piel ajena:

  • Poder plantearse la posibilidad de volver a dejarse el pelo largo cuando ya has superado, con alta probabilidad, el ecuador de tu existencia.
  • Volver a enfundarse la misma camiseta que hace 25 años y llevarla con dignidad, también.
  • Poder comer de todo, bien se merece un homenaje.
  • Que no te duela nada o casi nada, y eso que sólo llevas una vida moderadamente ordenada y moderadamente sin excesos.
  • Irse a cenar con los amigos de toda la vida, si es que te quedan, claro.
  • Poder hacer ciertas marcas en carreras populares, e incluso salirse del mapa en tu grupo de edad, pues merece un pequeño elogio grupal


A pesar de que la técnica, la tecnología, los avances y nuestra forma de vida estiran nuestras capacidades hasta edades sorprendentes, la cruda realidad nos pone en nuestro sitio, no obstante: en el pueblo, por ejemplo, durante las cenas de Quintos que por fortuna suelen tener un carácter decenal en nuestro caso, es fácilmente reconocible detectar cómo el paso del tiempo pasa inexorable. Así, la proporción de señoras y señores va en aumento sin pausa pero sin prisa, de la misma manera que desciende la de chicas y chicos. Será por los peinados que gastamos, por las pintas que llevamos o por el tamaño de la cintura, pero es una guerra perdida, siempre.

Otra forma de cristalizar ese lujo es a través de los bienes materiales: personas que se compran un coche o unas gafas de sol, por ejemplo. Por supuesto, porque se lo pueden permitir – todo un lujo-, con un pero: aquí el dinero hace de facilitador, y no debemos olvidar que el dinero ayuda pero ni lo es todo ni puede comprar todo, todo, todo.

Por desgracia, también hay personas que ya no se pueden permitir nada o casi nada, bien por falta de recursos, por falta de tiempo, o por falta de ganas. Y esto no deja de ser una pena, sobre todo porque muchos de ellos ya han adoptado una política de brazos caídos: se han rendido.

Sea como fuere, todos, absolutamente todos, podemos acceder a experiencias, ambicionar bienes o hacer actividades, que, dentro de nuestro ámbito de gestión, estamos en condiciones de podérnoslas permitir. Se trata de ponerlas en valor y compartirlas con los nuestros, que deben celebrarse en compañía por pequeño éxito que sean como si fueran el último, por lo que pudiera pasar y no vaya a ser que mañana ya no estés en disposición de hacerlo.

La Ley del Mínimo Esfuerzo en tiempos de crisis

 


Cualquier ser vivo tiende de manera natural a hacer uso de la mínima energía necesaria para sus propósitos. El agua, de manera similar, discurre por el camino más sencillo en su trayecto hacia el mar, al cual llegará a no ser que encuentre algún relieve geográfico que lo impida - en cuyo caso su periplo terminará ahí- o se genere de manera fortuita una segunda oportunidad en forma de filtraciones, desvíos, u otros usos.

En nuestra vida personal y laboral, los humanos también tenemos tendencia al mínimo esfuerzo que el Sistema nos permita, siendo en este caso el Sistema nuestra pareja, nuestra familia, nuestro jefe o la organización para la que trabajamos. Esto es perfectamente aceptable, con el sutil pero de que la percepción de esfuerzo aplicado varía de una persona a otra, y es función de nuestras creencias, vivencias, experiencias, o lo que nos cuentan desde otras estancias que damos por ciertas – nuestros padres, amigos con pedigree, afinidad por uno u otro personaje público, etc. Es por ello que lo que para unos es coser y cantar, para otros es un arduo camino de espinas. 

En tiempos en los cuales la mentira ha ascendido a rango de industria, se ha estandarizado y ha adquirido galones de cara a la Sociedad, todo ello con el único propósito de vender, manipular o generar falsas expectativas - y eso que formamos parte de las generación con más medios y más preparada de la historia-, flaco favor nos hacen los flautistas encantadores de serpientes cuyo mensaje suena a música  celestial pero tras indagar un poco, son vacuas de contenido o de imposible aplicación, además de darnos a entender que no tendremos que esforzarnos o no tendremos que cambiar nuestros hábitos: básicamente, nos toman por tontos.

Así, mientras que en otros países de Europa – principalmente del Norte y precisamente luteranos – son mucho más transparentes y explícitos a la hora de contar realidades, hacia donde se dirigen como Sociedad o como país, asumiendo cada uno de los conciudadanos su cuota de responsabilidad, aquí nos edulcoran con palabras que suenan bien pero no nos llevan a ningún lado, debilitándonos como sociedad, comunidad y país, generando falsas expectativas que al final no provocan más que frustración y malgastar tiempo y dinero.

Nos pegamos un tiro en el pie a nosotros mismos y a nuestros hijos si no les enseñamos que independientemente del ciclo económico en el que nos encontramos o quien nos gobierne, o lo bien que nos vayan los negocios, sin esfuerzo ni capacidad de dribbling para sortear los obstáculos de la vida, el destino que nos espera será siempre mono color, gris para más detalle, y con tendencia a oscurecerse.

Y sin embargo y por desgracia, la mayoría de nosotros vivimos en la auto complacencia de la Ley del Mínimo Esfuerzo Viable - el mínimo que nos podemos permitir. Sirvan los siguientes ejemplos:

  • Ingenieros con mentalidad de operario: mentes inteligentes que una vez aprendido su actividad encuentran acomodo en esa zona de confort, sin que se les pueda siquiera llegar a sugerir que deben salir de ésta por el bien común de la empresa.
  • Funcionarios que olvidan el verdadero leit-motiv de su actividad, que no es otro que el de (para el que no lo sepa) servir al ciudadano: a este respecto, propongo que abandonemos este término y empezamos a hacer uso de la traducción literal del inglés: esto es, llamarles servidores civiles, con objeto de que el término quede perfectamente claro a la hora de nombrarlos.
  • Profesores que estiran el concepto de cliente hasta darle la vuelta y olvidar que en los centros de enseñanza el cliente es el alumno, no ellos.
  • Grandes mentes de cualquier estrato social a los que el sistema trata entre algodones y promociona con objeto de que un día devuelvan a la sociedad lo que ella invierte en ellos, y que se ponen de perfil cuando se les estresa un poco.


Si bien podemos observar en nuestro día a día situaciones de Mínimo Esfuerzo Viable, esta actitud no es nunca justificable ni debe quedar amparada bajo ninguna excusa, a pesar de que el sistema lo permita por lo difuminadas que quedan las responsabilidades - sobre todo en grandes corporaciones o en el Estado mismo. 

Todas las personas y organizaciones intentan maximizar su rendimiento minimizando su esfuerzo. Mas sólo a través del correcto diseño de estrategias de negocio, el esfuerzo continuo y la determinación podremos aspirar a etapas superiores, generación de riqueza y estabilidad en un entorno tan cambiante.

sábado, 18 de julio de 2020

¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?


Conforme pasan los años y vamos quemando etapas de la vida la pasión por lo que hacemos, cómo afrontamos los retos del día a día o las ganas de vivir parece que se van desmoronando de manera irremediable e inexorable: cuesta abajo y sin frenos. 


Nada nos sorprende y cada vez menos cosas nos estimulan. Y sin embargo, cuando menos lo esperamos, se cruza en nuestro camino alguna persona o personaje que, a pesar de la edad, tiene una motivación y ganas de vivir extraordinarias. ¿Cómo lo hacen? ¿Qué súper poder tienen? ¿De donde sacan esas ganas de vivir?

Quizás la clave está en la manera de encarar cada día. Ya hablamos en post pasados de la teoría del 5%, la inyección de adrenalina mañanera. Visto desde otro punto de vista, ¿te has preguntado alguna vez cuando fue la última vez que hiciste algo por primera vez? Porque la ocurrencia se da, la cuestión está en identificarla y, si procede, celebrarla . En ocasiones hay que provocarlas pagando por ello (saltar en paracaidas, conducir un coche de carreras, dormir en un iglú o bajo el mar),  en otras ocasiones son más bien situaciones tristes: divorciarse, acudir a un juicio a declarar, que se te muera un familiar cercano. 

Una de las particularidades de la pregunta es que conforme nos hacemos mayores es muy probable que todo lo bueno y bonito lo hayamos hecho al menos una vez, y sin embargo las cosas malas o no tan buenas no: tendemos a evitarlas. ¿Quién quiere pasar un mal trago? Y es que todos tenemos claro que hay situaciones que simplemente no queremos pasar, nunca

Otra de las características es que con la edad, la frecuencia de ocurrencia de situaciones primigenias positivas disminuye, y de la misma manera la de situaciones negativas aumenta. En este sentido, el peor escenario es el de familias que, silenciosamente, esperan en el sillón frente al televisor  que sucedan los eventos primigenos negativos, de manera natural: no hay alegría en esas familias, al final todo lo que sucede es, simplemente malo o no tiene solución.

En la vida, quedarse poco a poco sin amigos conforme te vas alejando de un piso y te vas acercando al siguiente, no tiene ni pizca de gracia. Con el problema agravado de que conseguir una segunda hornada de amigos verdaderos es una tarea que puede llegar a ser titánica, así que muchos terminan renunciando. 

En el trabajo, 
  • mientras ascendemos y vamos hacia arriba, todo es motivador y vemos los nuevos objetivos como un reto más: esta muesca en la culata la ponemos en la cuenta del haber de cosas  positivas que hacemos por primera vez. 
  • Sin embargo, que nos democionen, por ejemplo, también cuenta, pero es más bien una patada en la entrepierna. 
  • Independientemente de lo anterior, si llegas a tener un proper job, y si no lo tienes también, llega un punto en que te limitas a intentar mantener el status conseguido y que no te lo arrebaten, pues eso supone empezar desde cero con edades muy complicadas y quizás una necesidad importante de reciclaje profesional.

Una edad crítica a este respecto está en la ventana de 40 a 50: ¿qué nos queda ya por hacer, más allá de mantener lo conseguido? Así que, sin darnos cuenta, llega un momento en que simplemente nos limitamos a intentar mantener lo conseguido y que todo siga igual: en el trabajo, con la familia, en el amor. Nos damos por vencidos, nos damos por satisfechos, nos dejamos llevar. Y si las cosas tienen que suceder, si algo bueno nos tiene que pasar, sea, pero será más bien fruto de situaciones externas más que por la proactividad que nosotros hayamos mostrado.

Por fortuna, la vida también está llena de sorpresas independientemente del momento vital en el que nos encontremos y nos puede regalar algunas gotas de serendipia en cualquier momento: por supuesto, son más que bienvenidas y tenemos que dar gracias por ello: ¡hay que estar siempre alerta!.

Sea como fuere, ganar la capacidad de mantener la ilusión es de suma importancia, tanto en lo personal como en lo profesional. Nos hace más felices, y también más interesantes: al menos actualizamos el repertorio de historias que contamos a los amigos - si es que te quedan, claro.


martes, 14 de julio de 2020

Mahoma y la montaña, o la insoportable levedad de la proactividad



¿Cuantas veces nos sucede que tenemos que salir de nuestro espacio vital y adentrarnos en el de los demás para hacer que las cosas ocurran? 


Pues esto mismo le pasó a Mahoma hace nada más y nada menos que hace unos mil quinientos años, cuando el profeta se tiró un triple desde medio campo y le dijo a sus discípulos que llamaría a una montaña, que ésta se acercaría y que, desde su cima, daría un discurso. Por raro que parezca, no sucedió, así que fue él mismo el que caminó hacia la montaña mientras mascullaba esta frase, que luego se ha hecho memorable y ya forma parte de la sabiduría popular no escrita. Musulmanes no se me ofendan, por favor, esto no es más que un refrán español.

Si Mahoma no va a la montaña, sea la montaña la que vaya a Mahoma. La explicación.


La frase nos indica que debemos ser proactivos en nuestro comportamiento, debemos tomar la iniciativa en los asuntos que nos sean de interés sin esperar a que sucedan por sí solos, y que si las cosas sencillamente no suceden o no se dan en forma y tiempo respecto a lo esperado, pues debemos ser capaces de alzar la voz, ir al origen del problema, esforzarnos en solucionarlo y en definitiva, pelear para hacer que sucedan, como palanca para seguir progresando en nuestros proyectos

no caben las dudas existenciales en torno a las tareas que nos tienen esperando, ni esto debe generarnos conflictos con nosotros mismos ni afectivos con los demás. De ahí la relación con 'La insoportable levedad del ser', de Milan Kundera.

Y es que cuando las cosas están en nuestras manos y sólo dependen de nuestro tesón y actitud, pues el resultado de la ecuación será el que nosotros queramos que sea. Pero cuando empiezan a intervenir terceros, el entorno es más complejo y se puede llegar a torcer: es entonces cuando también debemos de generar los sistemas de alerta adecuados para no permitir, ni siquiera, que estas situaciones se den

Es más: por muchas dudas que nos entren en nuestro comportamiento, por mucho que nos miren como bichos raros, no debemos de ceder en el empeño si creemos que estamos haciendo lo correcto.

El Origen


 Al parecer esta parábola no se encuentra en el Corán ni ningún otro libro religioso musulmán, sino que tiene un origen europeo y medieval. Fue el filósofo inglés Francis Bacon (1561-1626) con su libro ‘Essayes: Religious Meditations. Places of Perswasion and Disswasion. Seene and Allowed’, título traducido al español como  ‘Ensayos sobre moral y política de Francis Bacon’ , que contenía un compendio de aforismos - frases o sentencias breves y doctrinales, y que se proponen como regla en alguna ciencia o arte. 

En el libro, aparece la fábula sobre Mahoma de la siguiente manera, y literal: ‘If the hill will not come to Mahomet, Mahomet will go to the hill’ (‘Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña’). Desde entonces esta máxima ha sido ampliamente difundida, aunque la mayoría de personas han creído que quien la pronunció fue el propio Mahoma y no Francis Bacon.

miércoles, 30 de octubre de 2019

Creatividad en la Ingeniería como motor de innovación y cambio



Resultado de imagen de creatividad industria



La Creatividad la tenemos generalmente ubicada y asociada a las artes escénicas o plásticas, no así al sector industrial - hasta hace bien poco.  En realidad, la creatividad como motor del cambio es una de las principales cualidades que deben de desarrollarse desde la infancia. En las sociedades modernas, y principalmente en las anglosajonas, la creatividad es una de las características más buscadas y potenciadas. 

Pero, ¿qué busca la Ingeniería con la Creatividad? Resolver problemas de índole técnico o transaccional aplicando tanto el método científico como otros no convencionales, con el fin de generar nuevos productos, procesos y servicios más eficaces, o mejorar la calidad de vida. Todo ello en base a un pilar fundamental que se desarrolla en la infancia, que es la imaginación. 


¿En qué etapa se desarrolla la creatividad? 


La imaginación, como pilar fundamental de la creatividad, es uno de los grandes tesoros de la infancia. Promover su desarrollo en los niños es esencial para ellos, ya que esta capacidad tan significativa que relacionamos con niños les ayuda a expresarse por sí mismos y desarrollar su pensamiento abstracto, lo cual será primordial a la hora de resolver problemas y de relacionarse mejor con los demás a lo largo de toda su vida.

Recursos que favorecen la creatividad  en la infancia


  1. El juego. El juego ayuda a relajarse, no estar condicionado y  aprender disfrutando de lo que se experiencia. Además, genera buen humor.
  2. La música: activa el pensamiento lateral, lo que permite combinar diferentes áreas de nuestro cerebro para enriquecer el área más racional con el intuitivo.
  3. El dibujo: independientemente de la cultura en la que crezcamos, el nivel económicos y los recursos, .
  4. Otros recursos como la expresión corporal, las metáforas, las preguntas reflexivas o provocativas....


Como podemos leer, ninguno de estos recursos requieren grandes presupuesto: es más, tan sólo requiere de tener un poco de.... imaginación.


¿Y cómo se produce el proceso creativo?


Simplificando al máximo, podemos decir que el proceso creativo se puede desarrollar en tres fases:
  1. Presentar un problema con claridad.
  2. Originar ideas, conceptos o esquemas, nuevas o no convencionales.
  3. Una profunda reflexión, que lleva a la persona creadora por caminos nuevos para ella.
Aunque nos cueste creerlo, el proceso creativo es un camino largo a recorrer, con muchos altibajos y momentos críticos, aquellos en los cuales parece que nos encontremos en un callejón sin salida. Es por ello que la resiliencia es una de las características que deben desarrollar los creativos. Además, cada persona crea de un modo diferente, y esto hay que respetarlo. Por otro lado, también requiere la paciencia de los que rodean al creador. 

Durante el proceso creativo se identifican dificultades, se buscan soluciones, se hacen especulaciones o formulan hipótesis, que más tarde se prueban y modifican. Es entonces cuando se deben comunicar los resultados.

¿Qué importancia tiene educar en creatividad en la Ingeniería?


Para la ingeniería, educar en creatividad supone:
  • Formar personas originales y flexibles
  • Personas con visión de futuro e iniciativa
  • Amantes de los riesgos
  • Dispuestas a afrontar los obstáculos y problemas que se les presentan tanto en la vida laboral como personal
  • ganar la capacidad de facilidad en la resolución de problemas

¿Con qué problemas se encuentran los creativos?

Ser creativo no es nada fácil en un mundo rodeado de normas, tanto escritas como no. El equipo y la dirección debe tener no sólo esto en cuenta, sino que el proceso de creación en sí es sinuoso, duro y solitario. A más a más, tiene el gran hándicap de que no produce retorno: esto es, poca gente puede vivir de ello

Los creativos, lo tengan interiorizado o no, se consideran artistas, ¿y cuántos artistas conocemos que vivan de su arte?. Podremos contarlos con los dedos de las manos. 

Conclusiones


Si eres creativo como ingeniero,
  • tendrás más competitividad en el mercado laboral
  • tendrás más capacidades para afrontar nuevos retos dentro de cualquier sector
  • ser creativo es ideal tanto en la época de estudios como en la de investigación
  • otorga a los proyectos valor añadido en todas y cada una de sus fases
  • da capacidad para prever, calificar y cuantificar el tiempo invertido en la generación de nuevas ideas, métodos y procesos aplicados a la industria
  • permite el crecimiento, el desarrollo humano y el progreso social


Resultado de imagen de creativity


viernes, 23 de noviembre de 2018

¡Se trata de delegar, claro! : la delegación de responsabilidades como oportunidad para las personas y las organizaciones




Según la Real Academia de la Lengua Española, la Delegación es una transferencia de tareas, funciones, atribuciones y autoridad, que se realiza entre una persona que ocupa un cargo superior, a un inferior jerárquico para que opere en un campo limitado y acotado, normalmente con un objetivo específico.

El proceso de delegación es uno de los capítulos con más aristas en el desarrollo de una organización, así como para las partes que participan en el proceso:
  • Delegar bien proporciona oportunidades de crecimiento a las organizaciones y las personas, permite ver el negocio desde otro punto de vista y centrarse en buscar otras oportunidades.
  • Por el contrario, delegar mal puede dar lugar a un proceso de difícil digestión y quizás de no retorno, como veremos más tarde.

Es por ello que es importante realizar un proceso de delegación de una manera ordenada y transparente, eligiendo bien a las partes implicadas, dando poder y responsabilidad real, y dejando una puerta abierta a poder volver a la situación anterior.

Sea cual sea la motivación, delegar es una tarea que tarde o temprano hay que enfrentarse si queremos crecer, tanto como organización, como profesionales.

Beneficios de delegar

Debe plantearse el ejercicio de la delegación como una manera de buscar activos con potencial entre el equipo. Una vez encontrado, debe hacerse efectivo: empoderarle ante terceros y hacerle sentir responsable de todas y cada una de las áreas que se vean afectadas. Esto permite a las personas que delegan preocuparse en lugar de ocuparse del trabajo que hacían anteriormente, gestionar mejor el tiempo y poder empezar a aspirar a otros objetivos y metas, mejorando en paralelo las habilidades de liderazgo.

Otra de las bondades de delegar es la capacidad de aprendizaje y motivación a quien se delegan funciones, pudiéndose extraer lo mejor de él como profesional. En particular, la iniciativa, la responsabilidad y la ampliación y asentamiento de los conocimientos teóricos y prácticos. En definitiva, es una forma encubierta de formación.

Delegar también debe implicar, por parte de la empresa, algún tipo de concierto o mejora económica o de algún tipo.  La empresa debe tomar la iniciativa en este sentido y hacer algún tipo de propuesta a medio plazo, una vez se haya consolidado la persona y la organización.

Buscando un símil en el mundo de la construcción, delegar nos permite sentar las bases para crecer a posteriori, pues nos permite subir peldaños siempre y cuando los cimientos en los cuales basamos ese crecimiento estén bien asentados. Es por ello que se dice que el delegador es el otro gran beneficiado.


Por qué no se delega

Pero… ¿por qué no se delega? Pueden existir razones organizativas, de cultura de empresa, o incluso personales. Aquí un listado no exhaustivo:

  • Considerar que nadie puede hacerlo mejor: considerar que se es imprescindible es uno de los principales factores. Alineado con este punto, los hay que piensan que sólo hay una manera de hacer las cosas bien, y es la propia.
  • Por no fiarse: muy alineado con el punto anterior, además de que puede tener connotaciones relacionadas con la honestidad del trabajo que se ha estado realizando hasta entonces.
  • Consume mucho tiempo y esfuerzo: ciertamente a corto plazo hay que dedicar un tiempo específico, que puede ser desde unas horas a semanas o meses. Es por ello que el coste de oportunidad debe valer la pena para el delegador.
  • Por evitar compartir conocimiento: delegar implica un ejercicio de transparencia, y en ocasiones esto resulta incómodo. Si bien cada vez es menos común, pueden existir ciertos procesos o formas de hace las cosas que colocan a ciertos individuos en posición de fuerza ante terceros. Es por ello también que las empresas deben cuidar en ser capaces de retener el conocimiento in-house, en lugar de que quede retenido en los trabajadores.
  • Por ser el creador: algunas personas han creado una criatura desde cero y se ha convertido en su modus vivendi: es su baby, y se encuentran en cierta manera atrapado en él. Es un sentimiento similar a que puede sentir una madre por su hijo.
  • Por hábito: así es como se ha hecho hasta ahora y nadie se ha planteado cambiarlo. Esta afirmación revela un poco de acomodamiento y pasividad, así que debe evitarse, en cierta manera.
  • Porque hay cosas que esconder: casos en los que el delegador hace un uso fraudulento de su puesto de trabajo, para beneficio propio. Lógicamente en estos casos, el último interés de éste es el de delegar. Aquí entra de nuevo en  la ecuación la honestidad de las personas.


Cómo proceder a la hora de delegar

¿Por dónde empezar? Una vez quien delega está plenamente convencido, debe enfrentarse al reto de elegir a la persona adecuada, caso de que no la elijan por él / ella, y establecer un plan de trabajo limitado en el tiempo entre las dos partes, indicando el alcance de las actividades a delegar y definiendo la forma en que se va a producir el proceso. Hecho esto, queda la parte más complicada, que es la de monitorizar al delegado. Para ello, los siguientes puntos son un must:
  • Establecer objetivos claros y cuantificables: fundamental e irrenunciable. Permite establecer claramente el marco de trabajo y las prioridades, no dejando desorientarse a la persona ahora responsable.
  • Establecer una sistemática de seguimiento: plantear reuniones periódicas sobre los objetivos arriba fijados.
  • Dar guía y consejo sin interferir y en interno, cara a cara pero alejado de los ojos de terceros.
  • Dejar equivocarse, pues permite aprender y entender el por qué de las cosas.
  • Explicitar públicamente la confianza, con objeto de hacerlo visible a todas las partes de interés. Esto proporcionará a su vez confianza a la persona a quien se delga.
  • La delegación trae consigo autoridad, empoderamiento y responsabilidad de todas y cada una de las áreas del negocio: ambas partes deben reconocer este punto.
  • Desaparecer del escenario: si se delega, se hace con todas las consecuencias, para lo bueno y para lo malo. Es por ello que la persona que finalmente delega debe haberlo interiorizado y esforzarse por no inmiscuirse en las actividades de la persona ahora responsable de las actividades.



Sugerencias para la persona que delega

Es, con toda probabilidad, el rol más amargo de los que se exponen en el artículo. Debe mostrar voluntad firme e inquebrantable de querer llevar a cabo la delegación, junto con lo que comentamos a continuación:
  • Es importante interiorizar que otros no lo harán de la misma manera que uno mismo, probablemente no tan perfectamente, pero que el resultado final puede ser el mismo.
  • Aplicar la regla del 80-20: esto es, aceptar un porcentaje de culminación de proyecto de un 80% con respecto a cómo uno mismo lo habría hecho es  más que suficiente.
  • Evitar el micromanagement, porque quema a las dos partes: la que delega y la delegada, arruinando la productividad de todo lo demás.
  • Reconocer públicamente los objetivos alcanzados: muy importante para afianzar la confianza de la persona ahora encargada.

Por otro lado, actitudes negativas que pueden llevar al fracaso el proceso de delegación son las siguientes: 
  • Estar siempre encima del subordinado e indicarle cómo deben hacerse los trabajos: éste debe respirar y llevar a cabo las actividades a su manera, con su metodología y enfoque – por supuesto consejos deben ser bienvenidos. En este sentido, una labor de coaching es la más acertada.
  • Criticar el trabajo del subordinado, sobre todo en ante terceros: provoca frustración al que quiere tomar el mando, aparte de que resta autoridad. Por otra parte, los terceros no consideraran al recién llegado el interlocutor adecuado hasta que desde arriba no se le respalde públicamente.
  • Finalizar uno mismo las tareas delegadas: de nuevo el mensaje trasmitido es de falta total de confianza. En todo caso, y en cualquier escenario, la persona responsable es la que tiene que finalizar las tareas.

Consecuencias de no delegar

¿Y cuáles son las consecuencias de no delegar? Pues básicamente tres son las consecuencias:
  • Falta de desarrollo profesional de las personas, y por tanto frustración. En ocasiones se da el caso que no delegar provoca que grandes compañeros, trabajadores, fichajes que parecían prometedores, abandonen el proyecto, pues no se sienten realizados o sienten que hay un techo de cristal que es insuperable.
  • Estancamiento de la empresa: la empresa alcanzará una masa crítica determinada que será incapaz de superar. Las personas pueden duplicarse, triplicarse,…  quintuplicarse, pero llega un momento en que no son capaces de dar más de sí.
  • Como consecuencia de los dos puntos anteriores, se pierden oportunidades, o que los temas no se llevan con el nivel de precisión exigido.

Conclusiones

Como corolario: el proceso de delegación debe ser fruto de un camino de responsabilidad trufado de las siguientes ideas:

  • Pensar más en el bien general que en el particular
  • Sentarse fríamente y contemplar de una manera holística de qué manera se pueden iniciar mejor los procesos de delegación.



Finalmente, y a modo de despedida, dejamos un artículo muy interesante relacionado con cómo Mango afrontó el proceso de delegación del padre al hijo:






Publicado el 23-nov-2018. Actualizado el 20-marzo-2020, en plena crisis del Coronavirus.