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jueves, 28 de diciembre de 2023

La cierva Rafaela, personaje femenino del año 2023



Permitir que os presente a Rafaela. La conocí ayer, junto a la Rambla, en el camino de Palaz, mientras hacía deporte. Fue un encuentro casual, improvisado. Pero me impresionó. Ella, y verla tan cerca. Tan bonita y tan frágil. 

Una vez ganada la impresión que no sería agresiva ni atacaría, lo primero que se me ocurrió fue hacerle una foto. Luego me hice un selfie con ella. Para ello tuve que buscar el mejor ángulo, pero la simpática no era de poses. Finalmente hice una tercera instantánea con los señores lugareños que la acompañaban, y que fueron los que me informaron del nombre del animal, que era hembra y probablemente estaba preñada. No me atreví ni siquiera a tocarla. Marché.



El trayecto de vuelta ya no fue el mismo. ¿Qué puñetas hacía Rafaela en el camino, dejándose acariciar y hacer fotos con cualquiera que pasara por ellí? ¿Es ese el lugar que le corresponde? ¿Estará domesticada? ¿Es acaso Rafaela una evolución darwiniana de los ciervos y entiende que el ser humano puede convertirse en un aliado, en lugar del mayor depredador de la cadena alimenticia? ¿Quizás quiere ponerse a la altura del cerdo o el perro, dos especies exitosas desde el punto de vista de la pervivencia como especie? ¿Estaba allí para pedir explicaciones a la especie humana y preguntarnos qué estamos haciendo?



Por un momento, sentí que tenía enfrente de mí a la Madre Naturaleza, expuesta con toda su delicadeza y armonía. Te haces pequeñito en esos momentos. Quizás Rafaela no se merezca ser el personaje del año - tenía otra persona en mente - pero la emergencia climática en general, y la sequía en particular, me ha hecho cambiar de opinión. El otro día preguntaba mi hija mi posición respecto al cambio climático. Yo, que soy mucho de simplificar mis propios razonamientos y dejarlos en dos, máximo tres puntos, le respondí que el Planeta ha pasado por diferentes etapas climáticas, pero estas son muy lentas ergo imperceptibles para los seres vivos, por lo que les da tiempo a evolucionar para poder adaptarse. Segundo, que estaba convencido de que el ser humano con su actividad está acelerando estos cambios. Finalmente, que es nuestra responsabilidad como especie dejar el mundo, como mínimo, igual o mejor que como lo encontramos, impactando lo mínimo posible en él




Y con estas, me fuí un poco más deprimido a casa.

Gracias Rafaela por provocarme el síndrome de Stendhal. A ver lo que duras.

jueves, 14 de abril de 2022

El mundo ha entrado en resonancia y no hay forma de detenerlo: así nos afecta



En física, la resonancia describe el fenómeno de incremento de amplitud que ocurre cuando la frecuencia de una fuerza periódicamente aplicada por un cuerpo es igual o cercana a una frecuencia natural del sistema en el cual actúa. 


Traducido al cristiano con un ejemplo: el ser humano es un cuerpo, y Madre Tierra es el sistema:  interactuamos entre nosotros. En el momento en que la fuerza que le aplicamos periódicamente al Planeta lo estresa al límite, se puede generar un fenómeno de amplitud de la resonancia de éste último, hasta desbordarlo.

Más azúcar: en el ámbito del buen gobierno, los criterios ESG hacen referencia a factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo: cada día son más tenidos en cuenta por inversores, y se encuentra en la agenda política de los políticos. Esto es así porque existe un acuerdo generalizado de que, mientras que los factores sociales (impacto en el entorno social, en la comunidad), y de gobernanza (observan la transparencia de la información pública, la calidad de los códigos de conducta y la composición y diversidad de los Consejos de Administración) son influenciables y dependen de nosotros, el primero de ellos, el ambiental, está totalmente fuera de control. 

Ahora correlacionemos resonancia y factores ambientales desbocados: el Planeta, que lleva décadas enviando mensajes, finalmente nos ha enviado a freír espárragos, por nuestra estulticia e inacción. 

Esta resonancia desaforada se empieza a reflejar en nuestro día a día, al menos, como sigue:
  • Reacción de la naturaleza, con el planeta fuera de control: cambio climático desbocado y fenómenos meteorológicos extraordinarios aumentando su frecuencia de manera preocupante. El mundo ha entrado en resonancia por la cantidad de eventos singulares, inesperados y únicos, que aparecen cada vez con mayor frecuencia
  • Reacción humana, reflejada en problemas de salud en general, y de salud mental en particular. Personas traumatizadas y anonadadas porque ni entienden ni son capaces de lidiar con la velocidad de crucero que han cogido sus vidas, con la tecnología como catalizador.  

Y ante todo esto, ¿qué? Opción uno: pasar, o dicho de otra manera: ya se apañarán. Opción 2: intentar subirse a un tren que no sabes si es el del destino correcto, las consecuencias que tendrá, olvidarse de todo lo demás o la obligatoriedad de mantener la velocidad - como mínimo, habrá que ponerse a rebufo. Pero claro, hacer un maratón como si corrieras un sprint de 100 metros no está al alcance de casi nadie, de manera que la gente acaba tirando la toalla. La realidad es que el ser humano no está preparado para esto, y sin embargo el tren acelera, no hay quien detenga. Y esto, de una manera u otra, puede que sea una manera sigilosa de construir un puente de plata hacia nuestra propia destrucción.