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sábado, 13 de junio de 2020

8 rasgos claves relacionados con la creatividad, la innovación y la productividad



La soledad, estado de aislamiento con mala prensa y que por lo general tendemos a evitar, quién nos lo iba a decir, resulta que es el nuevo lujo de nuestra sociedad. Diversos estudios confirman que la solitudine es un componente indispensable para que la habilidad creativa o estratégica se transforme en innovación y productividad. En la era en la que el prefijo co- es el rey, en la que se nos llena la boca hablar del consumo o el trabajo colaborativos, autores y psicólogos reivindican el poder del trabajo en solitario y recuerdan que no es casual que las grandes ideas e innovaciones partan siempre del esfuerzo individual.


De la misma manera, silencio (íntimamente asociado a la soledad) y descanso también contribuyen de manera decisiva: el cerebro renueva sus células en esos períodos, especialmente las relacionadas con la memoria, haciéndonos sentir más capaces. Es decir, que si crees que eres un "obseso" del silencio para poder concentrarte, trabajar, crear,...  si necesitas descansar un mínimo de horas de calidad: no te preocupes: no estás sólo, tu cuerpo te está hablando, te lo está pidiendo a gritos. Sin embargo, vamos en la dirección contrario: las oficinas están diseñadas para colaborar, dando lugar a que la interrupción e interacción constantes reduzcan no sólo la productividad,sino también nuestra capacidad de concentración e innovación.

Si a estos dos ingredientes les sumamos el deporte como fuente de inspiración para colocare en su sitio las partes del cuerpo y las ideas de la mente, podemos convertirnos en verdaderos generadores de ideas, más o menos brillantes, pero sin duda retadoras.

Pero el mensaje establecido y comprado por todos los estamentos y estratos de la sociedad es que compartir es el nuevo mantra, como si nuestros problemas como grupo humano vayan a quedar de alguna manera resueltos sólo por ponerla en marcha. Ciertamente compartir aporta mucho a las personas cuando tienen algo interesante que contar, un proyecto que exponer, o simplemente desean que alguien le rete unas ideas. Pero antes alguien debe de haberse estrujado los sesos para idearla. Y esto, ustedes me perdonen, sucede en soledad, mientras dormimos o durante una carrera a trote cochinero mientras disfrutas de la belleza del paisaje. No te lo vas a encontrar en una reunión con más de 3 personas, lo cual no quiere decir que esa reunión es necesaria para que tu idea sea evaluada, retada, y mejorada.

En un momento de sobre exposición informativa como el que vivimos, aislarse de este ruido no es sólo recomendable, sino además sano para cuerpo y mente: más vale dejar a un lado los gadgets que nos encadenan y buscar la comunión con nuestro  yo interior. Estas ocho claves nos dan una pista de por donde debemos discurrir:

1. Buenas compañías: quien a buen árbol se arrima, buena sombre le cobija


Homenajeando a mi abuelo Juan José, que en paz descanse y al que echo mucho de menos, recuerdo con nitidez meridiana este refrán que llevo grabado a fuego. Y es que arrimarse a personas que saben más que tú, que te aportan siempre y sin condiciones, sin esperar nada a cambio, es una de las cosas más bonitas de la vida. Y no tienen por qué ser expertos en tal o cual materia: simplemente con que escuchen y den su opinión de manera natural y sincera, y sin esperar nada a cambio, tiene un precio incalculable. 

Por tanto, si has de compartir, hazlo con quien realmente valga la pena y no te vaya a fallar. Y si has de emplear tu tiempo con alguien, que sea alguien que te aporte, sea generoso y constructivo, una relación sana al fin y al cabo, versus las relaciones tóxicas que no se sabe cómo, además tienen la característica de perpetuarse. 

2. Dosis de valentía: toma riesgos, y, por qué no, sé un poco impostor


Parafraseando a Pilar Gómez Acebo, es fundamental jugársela, aunque sea un poquito y sin riesgo. Y en ocasiones, saltarse las reglas, pero de una manera consciente: esto es, sí se puede cruzar a las cuatro de la mañana la calle más transitada de tu ciudad aunque el semáforo esté en rojo para los peatones: ¡el semáforo está para cuando hay tráfico!. 

En el mundo que nos ha tocado vivir, aprender a manejar la incertidumbre y tomar decisiones sin tener todas las variables controladas, es un must. Si no, pasamos del análisis a la parálisis, procrastinamos sine die o no cerramos temas. 

3. Silencio como alternativa un mundo que no puede parar de hablar


¿Quién no ha establecido alguna vez una reunión falsa en su calendario, para que le dejen en paz y poder acabar algún documento que tenía cierta urgencia? ¿Quien no ha necesitado alguna vez auriculares para abstraerse en su oficina? ¿Quién no ha apagado el móvil, o incluso preferido trabajar con papel y bolígrafo para no tener que estar enfrente de una pantalla de ordenador? ¿Quien no ha tenido la tentación de darse de baja de alguna red social una vez corroborado que no aportan nada, más allá de ruido sin decibelios?. Y sin embargo, desempañamos un 70% de nuestro trabajo en oficinas abiertas, donde no hay ni siquiera lugares puntuales de retiro o peceras en las que reunirse sin necesidad de molestar a los compañeros.

Cuando desempeñamos nuestro trabajo en oficinas abiertas en las que observamos continuamente objetos en movimiento, conversaciones, risas, incluso celebraciones de cumpleaños... ¡quién puñetas puede concentrarse o ser creativo?.

4. Un killer llamado interrupción


Diversos estudios destacan que el individuo es más creativo cuando disfruta de privacidad y un entorno sin constantes interrupciones. Y es que la interrupción es uno de los principales enemigos de la productividad.

Por desgracia, tendemos a mezclar interrupción y colaboración: interrupción no equivale a colaboración, sino sólo interrupción. Porque cuando te interrumpen, no sólo no puedes acabar tu trabajo, sino que está probado que se tarda al menos 20 minutos en volver a estar centrado en el tema que estabas trabajando previamente. Es literalmente imposible lograr avances significativos en el trabajo cuando estamos constantemente arrancando y parando, arrancando y parando.

Y si ya es de por sí difícil encontrar el camino de la inspiración para poder disfrutar de un momento puntual fructífero de concentración, los nuevos entornos familiares, sociales y empresariales agudizan la crisis del pensamiento creativo. Consecuencia: más ruido y ansiedad, menor productividad e innovación. Eso sí, nuestros entornos familiares, sociales y empresariales, estarán satisfechos.

5. Compartir sí, pero también tiempo en solitario


Interaccionar puede ser positivo, por supuesto que sí, siempre y cuando se trate de compartir un trabajo que ya ha sido meticulosamente preparado y organizado, basado e inspirado en un esfuerzo personal del que seguro despuntarán el tesón y la perseverancia. Muy probablemente, este trabajo habrá sido iniciado en solitario, y se habrá tenido que enfrentar y combatir fantasmas como:
  • la procrastinación
  • el síndrome de la hoja en blanco
  • el déficit de atención

Y es que hacer algo corriente lo hace cualquiera, y probablemente será algo apropiado y proporcionado a la sociedad en la que vivimos. Pero hacer algo bueno cuesta mucho y no está al alcance de todos: talento, mucho trabajo y, sobre todo, esfuerzo, primero en solitario y luego en equipo ... pero primero en solitario. Y para eso se pide sólo una cosa: que no nos interrumpan. 

6. La soledad


¡Ojo! El cultivo de la soledad no debe confundirse con la soledad forzada o provocada, más con la voluntaria y puntual, con objeto de fomentar la creatividad. .Estamos hablando de trabajar en unas condiciones que faciliten la concentración del individuo, y para ello, entre otras cosas, se necesitan cero interrupciones

Como contra indicación, demasiada soledad puede transformar los momentos de espiritualidad o meditación en confinamiento mental, dando lugar a sesgos en la conducta o en le línea de pensamiento, llegando incluso a alejarnos de la realidad.

7. El deporte como catalizador de la creatividad


Hay que tener fuerza de voluntad para levantarse por las mañanas a primerísima hora y calzarse las zapatillas. Eso sí, una vez finalizada la actividad, la recompensa es doble: 
  1. Haces coincidir la primera actividad del día con la más importante, pues es la que más te aporta; y además, la has culminado con éxito.
  2. El premio es la sensación indescriptible de "ya no hay quien me pare en el día de hoy".

Incorporar el deporte en la rutina del creativo genera múltiples beneficios a todos los niveles: físico, psicológico o neuronal, e incluso relacionados con el estado de ánimo. Y la combinación del deporte con los elementos que ya hemos mencionado anteriormente provoca, a su vez, sinergias de toda índole:
  • Hacer deporte en soledad es como echar leña al fuego: fluyen más ideas. En cambio, si sales en compañía, que también está muy bien, disfrutarás de la compañía, pero perderás tracción creativa. 
  • ¡Cuidado! No combinar creatividad con hacer marca en tu deporte favorito: sal a disfrutar, a trotar o rodar, a que te de el aire fresco en la cara, sudar y llegar empapado... sin grandes pretensiones ni objetivos, puesto que aquí estamos utilizando al deporte como un medio catalizador, no como un fin en sí. Entonces veremos como poco a poco las ideas se van organizando, tomando forma y teniendo sentido.
  • Búscate un caza mariposas de ideas: inventa una manera de capturar esas ideas mientras haces deporte. Esto, no es fácil: llevar un bolígrafo o detenerse para escribir, pues como que no. Si estás nadando: estás perdido. No obstante todo lo anterior, aunque sea graba un audio o envíate un correo a tí mismo, pero no dejes escapar un momento de inspiración.

Haciendo deporte se gana en salud y en autoestima. Además nos hace más inteligentes, principalmente por los brotes verdes que se generan en nuestro cerebro: cuando uno hace deporte, el cerebro también se pone en forma. 

8. Colaboración digital, como alternativa viable


Las redes sociales han transformado nuestro modo de acceder y compartir información. Siempre que no quedemos atrapados en ellas, la colaboración digital puede ser utilizada como alternativa a la colaboración presencial. La presencia en remoto nos puede generar unos entornos de trabajo en los que podemos estar solos y a la vez acompañados de manera no intrusiva: en esto consiste precisamente su disrupción.

Eso sí, llevando redes sociales y colaboración digital al extremo, puede dar lugar o agudizar la tendencia al confinamiento, sobre todo en adolescentes. En Japón, el fenómeno ha sido bautizado como “hikikomori“. Jamás debemos llegar a pensar que no necesitamos mantener relaciones sociales presenciales.

Conclusiones


  • Para tener una idea y poder compartirla, antes hay que tenerla
  • El deporte ofrece recompensas cuantificables, físicas y psicológicas, incluso mejor rendimiento intelectual, mejor humor y, dicen los neurólogos, mayor felicidad.
  • Trabajar en solitario y acceder a la sana tortura de enfrentarse a uno mismo y a una hoja en blanco requiere práctica y tesón.
  • Enfrentarse a la soledad durante el trabajo puede ser al principio tan desagradable como salir a correr a primera hora de la mañana, y sin embargo a medio y largo plazo los resultados son espectaculares.
  • La colaboración digital es no intrusiva y evita interrumpir constantemente. Por tanto, puede hacernos más creativos, innovadores, productivos.
  • Poco a poco, sin milagros, llegan los resultados.

Referencias